La figura indómita de Arturo Schopenhauer sufrió avatares varios y fue objeto de desprecios y, al fin, después de algún tiempo y muchas derrotas por parte de una burguesía poco más que incipiente, de aprecios. La Viena de fines del XIX, así como el resto del mundo germánico, se reencuentra con el viejo cascarrabias que fue Schopenhauer, que sin embargo, muerto en 1860, no pudo contemplar su triunfo si por tal entendemos su gran influencia en las figuras más señeras de la intelectualidad centroeuropeafinisecular.
Pero no fue solo en tierras teutonas donde el testarudo antihegeliano de Schopenhauer cautivó a la joven intelectualidad; allende las fronteras de los países de lengua alemana Schopenhauer seduce también tanto por su prosa como por sus atrevidas y radicales propuestas.
En España tuvo Schopenhauer un admirador insólito: Miguel de Unamuno, tan cautivado por el hegelianismo de sus maestros filólogos, no le hizo ascos a este otro alemán e incluso tradujo una de sus obras más importantes al castellano. De la influencia en Unamuno, y de la posible deuda que éste tuviera con el alemán es de lo que hablaremos en la charla que precisamente lleva por título: Schopenhauer y Unamuno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario